miércoles, 30 de abril de 2008

Hablando con lo hijos de sexo


Muchos padres se las ven y se las desean para hablar con sus hijos adolescentes sobre sexo. Algunos acuden al médico o preguntan inseguros a sus amistades: “¿Cómo sé si ha llegado el momento de hablar de sexo con mi hijo?”. Lo cierto es que el interrogante en sí refleja ya un planteamiento equivocado. La idea de que existe un momento prefijado durante la adolescencia de un hijo, en el que los padres tienen la obligación de dar consejos sobre sexualidad es un error.

Lo recomendable es haber conversado con anterioridad, durante la infancia, sobre esas cuestiones. ¿Cuándo? Desde el momento en que los pequeños empiezan a discriminar entre lo que es un niño y una niña, a preguntar por el origen de los bebés. ¿Cómo? Siempre adaptando la información a la etapa evolutiva y al interés particular del niño, sin engañar o inventar fábulas surrealistas.

Por eso, cuando el tema de la sexualidad se ha ido dando en la familia con continuidad, es más fácil retomarlo en la pubertad con preguntas como “¿te acuerdas de lo que comentamos sobre los métodos anticonceptivos hace unos meses?”. Pero si de repente, de forma abrupta y con redoble de tambor se crea un intenso silencio del tipo: “Siéntate, ha llegado la hora de hablar de hombre a hombre o de mujer a mujer”, quizá el hijo salga huyendo de la habitación. La idea clave es hablar de sexualidad cuando surja el tema espontáneamente, o ellos tengan preguntas o experiencias que compartir, etc., de forma regular, sin que haya que elegir el día X para hablar de ello.

Si se espera a que tenga 13 o 16 años para mantener este tipo de tertulias, los padres pueden llevarse la desagradable sorpresa de que su hijo no quiere escucharles, pues se siente violento al tratar un asunto que durante años ha sido tabú en su casa. En otras ocasiones, pueden descubrir que su hijo ya ha mantenido relaciones sexuales y habla de sexo con más naturalidad que ellos, o con estereotipos que reflejan la visión, a veces sesgada, de lo amigos, programas de TV, revistas y películas.

La educación sexual no es competencia exclusiva de los centros escolares, en los cuales más allá del aparato reproductivo en ciencias naturales, apenas imparten algunos seminarios sobre menstruación y preservativos. Corresponde también a los padres ocuparse de aportar información en este sentido, y si ellos mismos no disponen de ella pueden asesorarse. Es bueno que se sinceren con sus hijos y les expliquen, si fuera el caso, que ellos no tuvieron la oportunidad de hablar francamente con sus padres de temas sexuales, y que hay algunas áreas que pueden desconocer.

Es un mito absurdo pensar que hablar de sexo con los hijos les incita a tener encuentros sexuales precozmente. Existen estudios que corroboran que aquellos jóvenes que han recibido información fiable desde pequeños muestran una sexualidad más responsable, una menor tasa de embarazos no deseados y un menor contagio de enfermedades sexuales.

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